ÁLEX DE LA RISA

AFF-F.

Acabas con la tristeza. Llegas a poner en marcha hasta cuatrocientos músculos. Eliminas toxinas. Potencias la imaginación. Favoreces la capacidad respiratoria. Generas endorfinas, dopamina y adrenalina, hormonas naturales y saludables. Y todo ello con tan sólo una carcajada.

Una caída, un chiste, una escena divertida, un comentario, unas cosquillas, un fin de semana entre amigas, un funeral… Sí, un funeral. No sé qué pasa, pero más de una vez me ha entrado un ataque de risa incontenible en tal situación. Y encima por nada especial. Es horrible.

La risa, como los colores, depende de los gustos de las personas. Cuando fui a ver la obra de teatro Burundanga me acordé de todos aquellos que me recomendaron el espectáculo con entusiasmo. “Buah, ¡te vas a morir! Es divertidísima”. Pues puede ser… según para quién, claro. Me preocupé por mi impasibilidad ante la representación, pero me quedé tranquila al ver que mi acompañante tampoco participó demasiado en la banda sonora de risas que emitía el patio de butacas.

Sin embargo creo que existe algo que se rinde a la subjetividad de reír, la risoterapia. Según el diario 20 minutos, se trata de “un proceso terapéutico y de crecimiento personal en el que mediante la risa y otras técnicas vivenciales con alto grado de interacción encontramos la forma de sentirnos plenos, satisfechos y felices”. Hasta ahí la teoría. En realidad, esas “técnicas vivenciales con alto grado de interacción” no son más que juegos de niños. No os voy a decir que apuntéis esta actividad a la lista de cosas que hacer antes de morir pero si surge el momento, animaos. Es una experiencia curiosa y las carcajadas están aseguradas.

Probé la risoterapia con varias amigas con razón de una despedida de soltera. Nuestro monitor, Álex de la Risa, nos hizo hablar con una sóla vocal, pasar por un túnel de lavado humano, hinchar globos, encender el motor de la risa para botar por el suelo al ritmo de Miliki y su famosa canción “Vamos de paseo”, levantar la manta de los sueños, hacer la coreografía de “maletero, tubo escape”…

No sé si por la situación, por el absurdo de ciertos juegos, por la simpatía –y el atractivo– de Álex, por todo ello o porque realmente funciona, pero cumplimos el objetivo. Y lloramos, pero de risa.

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